Ana Mendieta
(Cuba, 1948)
Mendieta, al ser cubana en Estados Unidos, siempre se cuestionó su identidad. Exploraba temas de género, etnicidad, sexualidad, feminismo, moral, religión y política. Llegó a Estados Unidos a los 12, a través la Operación Pedro Pan, un programa secreto para sacar niños de contrabando al inicio del régimen de Castro. Pasó 5 años sin ver a su madre y 18 a su padre. Se refugió en la pintura y estudió Artes en Iowa.
Me topé con Ana Mendieta en una exposición en Oaxaca, en un espacio nuevo que se llama La Clínica, por parte de MASA; y digo me topé como si me la hubiera cruzado, porque sin saber nada de ella, a través de su obra, conversamos.
Su trabajo es autobiográfico, su principal interés es investigar los mecanismos de construcción de las identidades, la línea entre masculino y femenino, los límites del cuerpo y la relación de pertenencia con la tierra demostrando las posibilidades del mestizaje cultural.
Las obras de Ana Mendieta, llevadas a cabo entre 1972 y 1985, pueden englobarse dentro del concepto del “Earth-Body-Art”, posiblemente Ana Mendieta fuera la primera persona en combinar el Body Art y el Land Art.
Siempre trabajó con materiales naturales, busca esa conexión con la tierra, la búsqueda de sus raíces y la sensación de abandono. Comienza a trabajar con sangre como elemento para abordar la violencia a partir de marzo de 1973 por el asesinato de Sarah Ann Otten, una estudiante de la Universidad de Iowa, que fue violada y asesinada.
Utilizó la santería en el arte como elemento de conexión con su tierra natal, llenando su trabajo de simbolismos. «Habiendo sido arrancada de mi tierra natal durante mi adolescencia, estoy abrumada por la sensación de haber sido expulsada del vientre. Mi arte es la forma en que restablece los lazos que me unen al universo”
En La Clínica, se presentan 5 proyecciones de Siluetas realizadas en su visita a Oaxaca, una por sala, a la par de instalaciones realizadas por artistas contemporáneos en reflexión a las piezas proyectadas y la manera en que uno puede sentarse a contemplarlas.
“De alguna manera su obra trata acerca del espectáculo performativo”, dijo Catherine Morris, una curadora sénior del Centro Elizabeth A. Sackler para el Arte Feminista del museo, en una entrevista telefónica. “Se trata de teatro, de capturar momentos a través de distintas formas de documentación. Luego lleva todo esto al mundo en general, donde quizá no sería considerado parte de las bellas artes. Lo convierte en algo inteligente, desgarrador y emotivo”.
Fue en un viaje de estudios a los sitios arqueológicos de Oaxaca, con Hans Breder, donde desarrolló un sentido reverencial por el espacio sagrado describiendo su experiencia «como volver a la fuente, pudiendo obtener algo de magia con solo estar allí». México se convirtió en algo así como su lugar de acogida y fueron los primeros viajes a este país el punto inspiración para su serie «Silueta» en el que invirtió siete años de su carrera (1973-1980).
Su muerte es una situación polémica. Cayó por su ventana en 1985 y su esposo, el escultor Carl André, fue acusado de homicidio, fue absuelto después de 3 años por falta de evidencia.
“Nunca me sorprendió nada de lo que hizo”, comentó la hermana de Mendieta, Raquelín, a The New York Times en 2016. “Siempre fue muy dramática, incluso de niña: le gustaba expandir los límites, provocar a la gente, impactarla un poco. Así era ella y lo disfrutaba bastante. Cuando la gente enloquecía en ocasiones ella se reía de la situación”.